La
primera ola de democratización.La
primera ola tiene sus raíces en las revoluciones norteamericana y francesa. La
aparición actual de las instituciones democráticas, sin embargo, es un fenómeno
propio del siglo XIX. En la mayoría de los países, durante ese siglo, se
desarrollan gradualmente las instituciones democráticas, y por eso resulta
difícil, así como arbitrario, especificar una fecha precisa a partir de la cual
un sistema político pueda ser considerado democrático. Sin embargo, Jonathan
Sunshine presenta dos criterios extensos para establecer cuándo los sistemas
políticos del siglo XIX alcanzan una calificación democrática mínima en el
contexto de ese siglo: (1) el 50 % de los varones pueden ser elegidos para
votar y (2) un Poder Ejecutivo responsable, que debe mantener el apoyo de la
mayoría en un Parlamento elegido, o al que se elige en elecciones populares
periódicas. Si adoptamos estos criterios y los aplicamos de forma bastante
amplia, podremos decir que los Estados Unidos comenzaron la primera ola de
democratización aproximadamente en 1828. La abolición de las calificaciones
según la propiedad, en los estados más antiguos; y la admisión de nuevos
estados con sufragio universal masculino elevaron por encima del 50 % la
proporción de varones blancos que votaron en aquella elección presidencial de
1828. En las décadas siguientes, otros países ampliaron progresivamente el
sufragio, redujeron la pluralidad de votos, introdujeron el sistema de voto
secreto y establecieron la responsabilidad del primer ministro y gabinetes
parlamentarios. Suiza, los dominios ingleses de ultramar, Gran Bretaña y varios
países europeos más pequeños hicieron su transición hacia la democracia antes
de que cambiara el siglo. Poco antes de la Primera Guerra Mundial, Italia y
Argentina introdujeron regímenes más o menos democráticos. Tras esta guerra se
democratizaron los países que acababan de independizarse, Irlanda e Islandia, y
se produjeron movimientos de masas en pro de la democracia en los estados que
sucedieron a los imperios de los Romanov, Habsburgo y Hohenzollem. A principios
de los arios treinta, tras el fin de la primera ola, España y Chile se
añadieron a las filas democráticas. En total, en el curso de unos cien arios,
más de treinta países establecieron, por lo menos mínimamente, instituciones
nacionales y democráticas. En 1830, Tocqueville predijo este movimiento cuando
empezaba. En 1920, James Bryce revisó su historia, y dedujo que "el movimiento
hacia la democracia, hoy ampliamente visible, es un movimiento natural, debido
a una ley general del progreso social".
La
primera contraola.
A
pesar de la especulación de Bryce sobre su futuro, el movimiento hacia la
democracia estaba reduciéndose en países previamente democráticos y cambiaron
de signo. Estos cambios de régimen reflejaban el desarrollo de ideologías
comunistas, fascistas y militaristas. En Francia, Gran Bretaña y otros países,
donde las instituciones democráticas lograron sobrevivir, los movimientos
antidemocráticos ganaron fuerza a partir del progresivo aislamiento de los años
veinte y la posterior depresión económica. La guerra, que había sido llevada a
cabo para salvar al mundo en pro de la democracia, solamente había conseguido
incentivar las contradicciones entre la derecha y la izquierda que intentaban destruirlo.
La
segunda ola de democratización.
Al
comenzar la Segunda Guerra Mundial, tuvo lugar una segunda ola de
democratización. La ocupación aliada promovió la instauración de instituciones
democráticas en Alemania Occidental, Italia, Austria, Japón y Corea, mientras
que la presión de la Unión Soviética acabó con la incipiente democracia en
Checoslovaquia y en Hungría. En Latinoamérica, Uruguay volvió a la democracia
durante la guerra y Brasil y Costa Rica se volcaron a la democracia a fines de los
arios cuarenta. En otros cuatro países latinoamericanos —Argentina, Colombia,
Perú y Venezuela— las elecciones de 1945 y 1946 instauraron gobiernos elegidos
por el pueblo. En esos cuatro países, sin embargo, las prácticas democráticas
no perduraron, y a comienzos de los arios cincuenta se habían instaurado dictaduras.
Hacia fines de los años cincuenta, Argentina y Perú volvieron hacia una democracia
limitada que fue, sin embargo, muy inestable, como consecuencia del conflicto
entre las fuerzas armadas y los movimientos populistas aprista y peronista.
También hacia fines de los arios cincuenta en contraste, las elites de Colombia
y Venezuela establecieron negociaciones para terminar con las dictaduras
militares en esos países e introducir instituciones democráticas duraderas.
Mientras tanto, el comienzo del fin del gobierno colonialista occidental
produjo gran número de nuevos estados. En muchos de ellos no se hicieron
verdaderos esfuerzos para establecer instituciones democráticas. En algunos la
democracia fue débil: en Paquistán, por ejemplo, las instituciones democráticas
nunca fueron efectivas, y fueron formalmente derogadas en 1958. Malasia se
independizó en 1957, y mantuvo su "quasi democracia", excepto durante
un período breve de gobierno de emergencia, entre ,1969 y 1971. Indonesia tuvo
una confusa forma de democracia parlamentaria entre 1950 y 1957. En pocos
estados nuevos —India, Sri Lanka, Filipinas, Israel— las instituciones
democráticas se mantuvieron durante una década o más, y en 1960 el estado más
grande de Africa, Nigeria, comenzó su vida democrática.
La
segunda contraola.
A
comienzos de los años sesenta, la segunda ola de democratización se había
extinguido. A fines de los arios cincuenta el desarrollo político y los regímenes
de transición estaban adquiriendo un cariz fuertemente autoritario. El cambio
fue notorio en América latina. El giro hacia el autoritarismo comenzó en Perú,
en 1962, cuando las fuerzas armadas intervinieron para cambiar el resultado de
unas elecciones. Al año siguiente, un civil conveniente para los militares fue
elegido presidente, pero fue derrocado por un golpe militar en 1968. En 1964,
golpes militares derrocaron a los gobiernos civiles de Brasil y Bolivia. Siguieron
Argentina en 1966 y Ecuador en 1972. En 1973 se impusieron regímenes militares
en Uruguay y en Chile. Los gobiernos militares de Brasil, Argentina y, de forma
más discutible, Chile y Uruguay, fueron ejemplos: acordaron sostener la teoría
de un nuevo tipo de sistema político, "el autoritarismo burocrático".
En Asia, en 1958 las fuerzas armadas impusieron en Pakistán el régimen de ley
marcial. A fines de los arios cincuenta, Syngman Rhee comenzó a minar los
procedimientos democráticos en Corea, y el régimen democrático que lo sucedió
fue destituido por un golpe militar en 1961. Este nuevo régimen
"semiautoritario" fue legitimado por las elecciones de 1963, pero en
1973 se convirtió en un régimen fuertemente autoritario. En 1957, Sukarno
reemplazó la democracia parlamentaria por una democracia controlada, y en 1965
las fuerzas armadas indonesias terminaron con ella y toma- ron el gobierno de
su país. En 1972, el presidente Ferdinand Marcos estableció un régimen de ley
marcial en Filipinas, y en 1975 Indira Gandhi suspendió los procedimientos
democráticos y declaró un gobierno de emergencia en la India. En Taiwan, el
régimen no democrático del KIN,IT había tolerado a los disidentes liberales
durante los arios cincuenta, pero en la "época negra" de 1960 los
suprimió y se silenció "toda clase de discurso político"
En
la zona mediterránea, la democracia griega cayó antes de que tuvieran lugar un
golpe de estado "real" en 1965 y un golpe militar en 1967. Las
fuerzas armadas turcas derrocaron al gobierno civil de su país en 1960,
devolvieron la autoridad a un gobierno elegido en 1961, intervinieron otra vez
en un "semigolpe" en 1971, permitieron el regreso de un gobierno
elegido en 1973 y luego ejecutaron un golpe militar a gran escala en 1980. Durante
los años sesenta, varias colonias británicas no africanas obtuvieron su
independencia, y establecieron regímenes democráticos que duraron
significativos períodos de tiempo. Se trata de Jamaica y Trinidad Tobago en
1962, Malta en 1964, Barbados en 1966 y Mauricio en 1968. Sin embargo, el
grueso de los nuevos países que se independizaron en los arios sesenta estuvo
en Africa. El más importante de esos países, Nigeria, empezó como una
democracia, pero sucumbió a un golpe militar en 1966. El único país africano que
mantuvo las prácticas democráticas fue Botswana. Otros treinta y tres países
africanos que se independizaron entre 1956 y 1970 se volvieron autoritarios a
partir de su independencia, o poco tiempo después. La descolonización de Africa
provocó la mayor multiplicación de gobiernos independientes autoritarios de la
historia. Entre 1960 y 1970, el movimiento mundial que se apartó de la
democracia fue impresionante. En 1962, trece gobiernos eran pro- ducto de
golpes de estado en todo el mundo; en 1975, lo eran treinta y ocho. Según otra
estimación, un tercio de las treinta y dos democracias activas en el mundo en
1958 se volvieron autoritarias hacia mediados de los arios setenta. En 1960, nueve de los diez países
sudamericanos de origen español tenían gobiernos elegidos democráticamente; en
1973, solamente dos, Colombia y Venezuela, los tenían. Esta ola de cambios no
democráticos era más impactante porque implicaba a varios países, como Chile,
Uruguay ("la Suiza de Sudamérica"), India y Filipinas, que habían
mantenido gobiernos democráticos durante un cuarto de siglo o más. Estos
regímenes de transición no solamente estimularon la teoría del autoritarismo
burocrático para explicar los cambios de América latina. También produjeron un
gran pesimismo en el extranjero respecto de la aplicabilidad de la democracia
en los países en desarrollo, y contribuyeron a la preocupación sobre la
viabilidad y la operatividad de la democracia en los países desarrollados,
donde ya había existido durante años.
La
tercera ola de democratización.
Una
vez más, sin embargo, la dialéctica de la historia se impuso sobre las teorías
de las ciencias sociales. Durante los quince arios siguientes al fin de la
dictadura portuguesa en 1974, en aproximadamente treinta países de Europa, Asia
y América latina los regímenes autoritarios fueron reemplazados por otros
democráticos. En otros países se produjo una considerable liberalización en los
regímenes autoritarios. Y aun en otros, los movimientos en pro de la democracia
ganaron fuerza y legitimidad. Aunque obviamente hubo resistencias y tropiezos,
como en China en 1989, el movimiento hacia la democracia parece adquirir el
carácter de una marea universal casi irresistible, que avanza de triunfo en
triunfo. Esta marea democrática se manifestó primero en el sur de Europa. Tres
meses después del golpe portugués, el régimen mi- litar que gobernaba Grecia
desde 1967 cayó y fue reemplazado por un gobierno civil bajo el liderazgo de
Constantin Karamanlis. En noviembre de 1974, el pueblo griego dio a Karamanlis
y a su partido una decisiva mayoría en unas difíciles y caldeadas elecciones y
al mes siguiente votaron de manera abrumadora contra la restauración de la
monarquía. El 20 de noviembre de 1975, precisamente cinco días antes de la
derrota de Eanes por el marxismo-leninismo en Portugal, la muerte del general
Francisco Franco terminó con su gobierno de treinta y seis años en España.
Durante los siguientes dieciocho meses, el nuevo rey, Juan Carlos, asistido por
su primer ministro, Adolfo Suárez, se aseguró la aprobación popular y del
Parlamento para una ley de reforma política que llevara a la elección de una
nueva asamblea. La asamblea diseñó una nueva constitución, que fue ratificada
por un referéndum en diciembre de 1978, y bajo su mandato tuvieron lugar las
elecciones parla- mentarias en marzo de 1979. A fines de los arios setenta, la
ola democrática avanzó hacia Latinoamérica. En 1977, los líderes militares de
Ecuador anunciaron su deseo de ser reemplazados por los políticos; se diseñó una
nueva constitución en 1978, y las elecciones de 1979 dieron paso a un gobierno
civil. Un proceso similar de golpe militar condujo a la elección de una
asamblea constituyente en 1978, a una nueva constitución en 1979 y a la
elección de un presidente civil en 1980. En Bolivia, el poder militar produjo
en cuatro arios confusos gol- pes militares y elecciones abortadas, que
comenzaron en 1978, y la elección de un presidente civil en 1982. Ese mismo
ario, vencido en la guerra con Gran Bretaña, se debilitó el gobierno militar
argentino, y sobrevino la elección, en 1983, de un gobierno y un presi- dente
civiles. Las negociaciones entre militares y políticos llevaron en Uruguay a la
elección de un presidente civil en noviembre de 1984. Dos meses más tarde, el largo
proceso de apertura que había comenzado en Brasil en 1974 alcanzó un punto
decisivo con la elección del primer presidente civil desde 1964. Mientras
tanto, las Fuerzas Armadas estaban dejando los puestos de gobierno en
Centroamérica* en enero de 1982; los votantes salvadoreños eligieron a José
Napoleón Duarte como presidente en una reñida y difícil elección, en mayo de
1984, y Guatemala eligió una asamblea constituyente en 1984 y un presidente
civil en 1985. También el movimiento democrático tuvo sus manifestaciones en
Asia. A comienzos de 1977, la primera democracia del Tercer Mundo, India, que
había estado durante un ario y medio bajo un gobierno de emergencia, volvió al
camino democrático. En 1980, como respuesta a la violencia y al terrorismo, las
Fuerzas Armadas turcas tomaron el gobierno de aquel país por tercera vez. Sin
embargo, en 1983, resolvieron alejarse y se eligió en las urnas un gobierno
civil. Ese mismo año, el asesinato de Benigno Aquino puso en marcha la cadena de
acontecimientos que llevaron, en 1986, al fin de la dictadura de Marcos y a la
restauración de la democracia en Filipinas. En 1987, el gobierno militar de
Corea sometió a su candidato a la presidencia a una campaña electoral muy
difícil, y a una relativamente limpia elección, que aquél ganó. Al año
siguiente, la oposición se aseguró el control del parlamento coreano. En 1987 y
1988, el gobierno de Taiwan rebajó significativamente las restricciones de la
actividad política en aquel país, y se comprometió a la creación de un sistema
politico democrático. En 1988 concluyó el gobierno militar de Paquistán y la
oposición, liderada por una mujer, obtuvo una victoria electoral y tomó el
control del gobierno. Al final de la década, la ola democrática penetró en el
mundo comunista. En 1988, Hungría empezó la transición hacia un sistema
multipartidista. En 1989, las elecciones para un congreso nacional Produjeron
la caída de varios antiguos dirigentes del Partido Comunista, y un Parlamento
nacional crecienternente independiente. A comienzos de 1990 empezaron a
desarrollarse sistemas multipartidistas en las repúblicas bálticas y el Partido
Comunista de la Unión Soviética (PCUS) abandonó su rol de guía. En 1989, el
movimiento Solidaridad, en Polonia, ganó las elecciones para el parlamento
nacional, y se creó un gobiernó no comunista. En 1990, el líder de Solidaridad,
Lech Walesa, fue elegido presidente y reemplazó al general comunista Wojciech
Jaruzelski. En los últimos meses de 1989 cayeron los regímenes comunistas de
Alemania oriental, Checoslovaquia y Rumania, y en 1990 se realizaron elecciones
en esos países. En Bulgaria también comenzó a liberalizarse el régimen comunista,
y aparecieron movimientos populares en pro de la democracia en Mongolia. En
1990 se realizaron elecciones razonable- mente limpias en ambos países.
Mientras tanto, de nuevo en el hemisferio occidental, el partido gubernamental
mexicano ganó por primera vez por poco mar- gen las elecciones presidenciales
en 1988, y perdió, por primera vez, el gobierno de un estado en 1989. El pueblo
chileno votó en 1988 el referéndum para que terminara el gobierno del general
Pinochet, y eligió al ario siguiente un presidente civil. La intervención de
las fuerzas armadas norteamericanas terminó con la dictadura marxista-leninista
en Granada en 1983 y con la dictadura militar del general Manuel Noriega en
Panamá en 1989. En febrero de 1990, el régimen marxista-leninista de Nicaragua
cayó tras la derrota electoral, y en diciembre de 1990 se eligió en Haití un
gobierno democrático. Los años setenta y los comienzos de los ochenta
contemplaron también la fase final de la descolonización europea. El fin del
imperio portugués produjo cinco gobiernos no democráticos. En 1975, sin
embargo, Papuasia-Nueva Guinea se independizó con un sistema político
democrático. La liquidación de lo que quedaba del imperio británico, en su
mayoría islas, produjo una docena de nuevas y minúsculas naciones, y casi todas
mantuvieron instituciones democráticas, aunque en Granada esas instituciones
debieron ser restauradas por medio de la intervención militar extranjera. En
1990, Namibia se independizó con un gobierno elegido en una elección
supervisada internacionalmente. En Africa y en Oriente Medio, durante los arios
ochenta, el movimiento en pro de la democracia fue limitado. Nigeria cambió 'in
gobierno militar por otro elegido democráticamente en 1979, pero a su vez éste
fue derrocado por un golpe militar a comienzos I de 1984. En 1990 hubo cierta
liberalización en Senegal, Túnez, Argelia, Egipto y Jordania. En 1978, el
gobierno de Sudáfrica comenzó un lento proceso de reducción del apartheid y de
ampliación de la participación política para las minorías no blancas, pero no
para la aplastante Mayoría negra de ese país. Tras una interrupción y la
elección de F. W. de Merk tomo presidente, el proceso culminó en 1999 con
negociaciones entre el gobierno y el Congreso Nacional Africano. En 1990 hubo
cambios democráticos en Nepal, Albania y otros países, cuya experiencia previa
con la democracia había sido modesta o no había existido.
Lo más importante es
que el movimiento hacia la democracia ha sido un movimiento universal. En
quince arios, la ola democrática se trasladó por Europa del Sur, de allí saltó
a Latinoamérica, se trasladó a Asia y diezmó las dictaduras del bloque
soviético. En 1974, ocho de los diez países sudamericanos tenían gobiernos no
democráticos. En 1990, nueve tenían gobiernos elegidos democráticamente. En
1973, según estimaciones de Freedom House, el 32 % de la población mundial
vivía en países libres; en 1976, como resultado de un gobierno de emergencia en
India, menos del 20 % de la población mundial pertenecía al mundo libre. En
1990, por el contrario, cerca del 39 % de la humanidad vivía en sociedades
libres. En cierto sentido, las olas y contraolas de democratización sugieren el
modelo de dos pasos adelante y uno atrás. Las fechas de cada contraola han eliminado
algunas, pero no todas, las transiciones a la democracia de la ola previa de
democratización. Sin embargo, la columna final en el cuadro 1.1 sugiere un
pronóstico menos optimista para la democracia. Los estados toman diversas
formas y dimensiones, y en la segunda posguerra se duplica el número de estados
independientes. También la proporción de estados democráticos en el mundo
muestra una considerable regularidad. En los intervalos entre las dos olas de
democratización, el 19,7 % y el 24,6 % de los países del mundo eran
democráticos. En la cresta de las dos olas, el 45,3 % y el 32,4 % de los países
del mundo eran democráticos. En 1990, escasamente el 45,0 % de los países
independientes tenían sistemas democráticos, el mismo porcentaje que en 1922.
Obviamente, que Granada sea democrática tiene un impacto menor que el hecho de
que China lo sea, y los porcentajes de países democráticos no tienen todos el
mismo significado. Por añadidura, entre 1973 'y 1990 la cantidad absoluta de
estados autoritarios disminuyó por primera vez, aun cuando la tercera ola de
democratización todavía no ha aumentado la proporción de estados democráticos
por encima del nivel alcanzado anteriormente, en la cresta de 68 años atrás.
Cuadro 1.1
La democratización en el mundo moderno
|
Año
|
Estados
democráticos
|
Estados no
democráticos
|
Total de Estados
|
Porcentaje total de
estados democráticos
|
1922
|
29
|
35
|
64
|
45.3
|
1942
|
12
|
49
|
61
|
19,7
|
1962
|
36
|
65
|
111
|
32,4
|
1973
|
30
|
92
|
122
|
24,6
|
1990
|
58
|
71
|
129
|
45,0
|
Nota: En la estimación
que antecede se han omitido los países cuya población no alcanza al millón de
habitantes.
Samuel P. Huntington. La tercera ola: la democratización a finales del siglo XX. (1994). Paidós. Barcelona