La esfera política surge de actuar juntos, de
«compartir palabras y actos». Así, la acción no sólo tiene la más íntima
relación con la parte pública del mundo común a todos nosotros, sino que es la
única actividad que la constituye. (…)
La polis, propiamente hablando, no es la ciudad-estado
en su situación física; es la organización de la gente tal como surge de actuar
y hablar juntos, y su verdadero espacio se extiende entre las personas que
viven juntas para este propósito, sin importar dónde estén. «A cualquier parte
que vayas, serás una polis»: estas famosas palabras no sólo se convirtieron en
el guardián fiel de la colonización griega, sino que expresaban la certeza de
que la acción y el discurso crean un espacio entre los participantes que puede
encontrar su propia ubicación en todo tiempo y lugar. Se trata del espacio de
aparición en el más amplio sentido de la palabra, es decir, el espacio donde yo
aparezco ante otros como otros aparecen ante mí, donde los hombres no existen
meramente como otras cosas vivas o inanimadas, sino que hacen su aparición de
manera explícita.
Este espacio no siempre existe, y aunque todos los
hombres son capaces de actos y palabras, la mayoría de ellos -como el esclavo,
el extranjero y el bárbaro en la antigüedad, el laborante o artesano antes de
la Época Moderna, el hombre de negocios en nuestro mundo- no viven en él. Más
aún, ningún hombre puede vivir en él todo el tiempo. (…)
El espacio de aparición cobra existencia siempre que
los hombres se agrupan por el discurso y la acción, y por lo tanto precede a
toda formal constitución de la esfera pública y de las varias formas de
gobierno, o sea, las varias maneras en las que puede organizarse la esfera
pública. (…)
Fuente: Hannah Arendt. La condición humana. Barcelona. Paidós, 1993, selección
Fuente: Hannah Arendt. La condición humana. Barcelona. Paidós, 1993, selección
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